viernes, 29 de mayo de 2009

Historia del Lacanocookismo (2º Parte)

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Sartre dice que la filosofía materialista de Engels y Lenin es "impensable", en el sentido de un Unding, un pensamiento que no tolera la prueba del simple pensamiento, porque es una metafísica naturalista, pre-crítica, pre-kantiana, y pre-hegeliana, pero le reconoce generosamente la función de un "mito" platónico que ayuda a los proletarios a ser revolucionarios".

Leemos esta cita en el libro de Louis Althusser "Lenin y la filosofía". Aunque obviaremos detenernos en la discusión central que propone el texto, confiamos que vale la pena precisar algunas resonancias que nos provoca el virola francés respecto a una función del mito en la materialidad histórico-social del proletariado...

La construcción de un mito es eso..., una construcción. El mito como fábula, leyenda, acontecido en un pasado remoto e impreciso, encierra en sí una verdad histórica.


Matizar la hiancia entre sucesos reales e imaginarios, sorteando las trampas del idealismo y el empirismo --la dialéctica del lacanocookismo-- no excluye el repliegue emocional a la figura del mito, en tanto este elemento tiende a ser hegemónico en el partido LCK.

El Lacan que las hordas lacanocookistas imaginaban en Caracas, tenía existencia más allá de la propia persona de Lacan: producía efectos. Representaba al Otro negado de la historia, el éxodo del seminario 11 --la excomunión del líder-- en quién sus seguidores depositaban sus miedos y esperanzas.

Cierto clima de época, demagogia asamblearia que terminó adjudicando un rol aniñado a los discípulos en pos de un imposible y falso horizonte de igualdad y hermandad, llevó a Lacan a gestar el seminario "los nombres del padre"; queriendo redistribuir esta figura del líder-Padre-Sabio en distintas esferas del movimiento.

La oposición psicoanalítica, que lo negoció, no sin angustia, le indicó a Lacan que la metáfora paterna no debía ser desasida. De esta manera al Seminario "Los nombres del Padre" sólo se le otorgó una reunión.

"Tiene que ver más bien con la posición en que estuve durante dos años, la de saber que me estaban negociando; y me negociaban justamente quienes, respecto de mí, estaban en posición de colegas y hasta de alumnos". (Seminario 11, 1º Clase, pág. 12, Ed. Paidós. Jacques Lacan alude al "Vandorismo Psi")

"Se trata nada menos que de proscribir esta enseñanza, [...] y de convertir esta proscripción en condición para la afiliación internacional de la sociedad psicoanalítica a la cual pertenezco." (Seminario 11, Ibid. pág.11)


Así nacía una etapa de recelo y mutuas desconfianza, un violento repliegue hacia el círculo milleriano, expresado en la exitosa consigna que inoculó al interior del movimiento: "de la casa al consultorio, del consultorio al hogar". A veces esto coincidía: en la casa estaba el consultorio. Esto constituía una unidad topológica imposible de leer sin el respaldo lógico de la imagen de hermandad del pueblo analítico.

Claro que este encierro vaciaba a las 62 organizaciones psicoanalíticas, que ante su situación de extrema debilidad pegoteaban su lugar de semejante con el de AE. Gradación conseguida con el grito "queremos a-francesados en las listas".

En fin, pequeñas anécdotas que conforman aspectos ficticios y no tanto... A varias décadas de hegemonía del Brujo Miller, aquí, desde este humilde blog, recordamos ya no la mencionada consigna privatista, sino el fervor de aquellos lacanocookistas de antaño que no dudaban en cantar entre bombos y divanes: "estos son!, aquí están!, los soldados de lacan!!!"
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2 comentarios:

Blog del amasijo dijo...

Excelente post: me encanta leerlos. Gracias.

Anónimo dijo...

Hermoso