jueves, 31 de diciembre de 2009

Segunda parte, conferencia en la Sorbona sobre “Reivindicación Sindical y Acompañamiento Terapéutico”



Psi(ndicalicé) por Washington Shibolett. (Traducción: M. Esnal )

-Vayamos retomando entonces… muchachos acomódense… sean buenitos… claro, ahí, en la sillita. Gracias.

Recién en el break, Mario Ishii me preguntaba si podía expedirme en relación (rapport) a un caso clínico. Ustedes saben que lo usual en este tipo de reuniones es mencionar un concepto y “ejemplificarlo” en términos de viñeta clínica. Esto puede dar lugar a la idea de que lo que se trata allí corresponde a la transmisión de un caso clínico, pero a mí, para serles sincero, los efectos de esas cosas no me están gustando un carajo (une merde). Y creo que si no nos ponemos a hablar de Transferencia, todo termina en un pastiche (doctorat) de nosografía vestida de loco suelto (un fou).

Ustedes saben que los pueblos eligen, ya sea en un congreso Milleriano o en la plaza del general Perón, pero saben que los pueblos eligen y se manifiestan por un sí o por un no. Aut-Aut, Liberación o Dependencia, Patria o Colonia, Acting Out o Pasaje al Acto. etc.

Y saben también que acá, hay psicoanalistas que son terneros a los que ya no les alcanza el cuero para ponerle las marcas (ce sont des putes avec des kilometres de pite). Fueron los Kleinianos de la primera hora, luego Freudianos, Lacanianos, Millerianos, Deleuzianos, Anti-Millerianos, pero eso sí, siempre con la cabeza franchuta, como la oligarquía de la época de Alvear y defendiendo filiaciones teóricas en encendidos discursos que empujaban al precipicio todo lo que fuera lo “Otro”. Para estos lacanianos, Klein sigue siendo una empanada que se come con el solo hecho de abrir la boca, y así están, y así estamos.

Pero no vinimos a esta hermosa ciudad a ofender a nadie ni a tomar partido en ninguna de vuestras disputas internas. En el peronismo respetamos la autodeterminación de los pueblos y eso es sagrado, pero sí debo decirles –sobre todo a quienes me antecedieron en la palabra-, que el brujo Miller tendrá todos estos vicios, pero mucha gente que cree acomodarse en la progresía psicoanalítica, ganaría con hacerse milleriano. Ojo con eso. Éstos -hablando en criollo (parlant en la bonne langue)- no le pueden tocar el culo ni con una caña (se sont pas capables de aller le toucher le cul).

Entonces, si nos importa una dirección clínica genuina y emprendemos la batalla, debemos alinearnos entendiendo cuál es la contradicción principal. En la época en que confrontamos con Miller, nos aliamos con muchos que no eran santos pero sí rechazaban el proyecto neoliberal. Ahora, que confrontamos todo este progresismo tenemos que sumar a los millerianos que quieran enfrentarlo para cambiar la política. Aunque no sean santos.

Quisimos ser anti-millerianos, y hasta diría que lo fuimos, pero al ver lo que estaba enfrente, esa cohorte de nabos (le groupe) que se piensa a la vanguardia por criticarlo al brujo Miller, y a la vez reproduciendo los mismos clichés de incomprendido mesianismo, la verdad, no nos quedó otra que revisar nuestras posiciones, y por eso hoy extendemos ahora nuestro apoyo crítico al brujo.

Que a nadie le queden dudas que la contradicción principal es la progresía psicoanalítica que ha disfrazado una parva de prejuicios como si fuera un pensamiento crítico, obturando las posibilidades de desarrollo de nuestro pueblo, aquel que siempre dio y nunca pidió (qui n’ a pas demandé rien comme Vegh a gorda Carrió) .

Para dejar claro de qué estamos hablando, podemos pensar en el nombramiento de Abelardo Parentini, alias Abel Posse, como ministro de educación de la ciudad de Buenos Aires…

--Pregunta inaudible

--Sí, el tipo es un facho horrendo, pero lo que quiero marcar, quiero hacer el esfuerzo para que se entienda, es que ese tipo, que es una porquería, está ideologizado. Sabe y ha optado. Pero, por ejemplo, el pelotudo de Wainraich, el de TvR, le pregunta en la radio a su compañero si puede ser una buena persona alguien que reivindique a la dictadura. El otro responde algo que da la idea de que “si es clase baja y en esa época estaba mejor, es comprensible y puede ser buen tipo, pero la gente culta e ilustrada (les gens à la tilingaux) no, porque allí murieron también inocentes”.

¿Se dan cuenta? Es el mismo discurso que el de Posse, pero más dañino, está en las sombras, y lo tenemos las 24 horas quemándole la croqueta a la gente. En ese discurso, el tipo de clase baja es un pobrecito, un pedazo de carne soporte de una oligofrenia que misteriosamente se convierte en “un pan de dios” (le pain de bergoglio). Mientras tanto la gente ilustrada no puede ser buena porque allí murieron “inocentes”. Bueno, Malo, Inocente, Culpable, que chatura, que chatura … La idea que proponen entonces es criticar a la dictadura por los excesos, o sea los “inocentes”, los que no eran “culpables”, los que estaban en la agenda de algún psicoanalista psicobolche o los perejiles que repartían un volante. Esta visión secuestra nuevamente la identidad de los desaparecidos, sus decisiones, sus apuestas, sus convicciones. Además si se fijan, sigue en la línea de la teoría de los dos demonios, entonces para qué ir desaforados contra Posse si ése discurso es el dominante y ni siquiera lo sabemos…

sábado, 26 de diciembre de 2009

Conferencia en la Sorbona sobre “Reivindicación Sindical y Acompañamiento Terapéutico”

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Primera parte de la conferencia en la Sorbona sobre “Reivindicación Sindical y Acompañamiento Terapéutico”.

Psi (ndicalicé) por Washington Shibolett. (Traducción: M. Esnal)



Queridas compañeras y compañeros:

En 1905 Lenín escribió: “No interesa lo que un Acompañante Terapéutico piense, desee o proclame sino cómo pueden pasar las cosas por efecto de la actuación de ese Acompañante” planteando así en forma clara y distinta la distancia entre la “dis-cursilería” (dis-saloperie) y la acción.

La política, que es toda ella un arte de ejecución, entre las tantas definiciones que va a dar Perón, obliga a sus actores, si pretenden cierta eficacia, a manejarse a partir de los efectos que producen las decisiones políticas (n’ être pas un Cobos). En este sentido, y parafraseando al General, compañeros, juzgar a un acompañante o a una institución por lo que dice (par ce qu’ elle dit) o proclama y no por aquello que realiza es el grave error del pensamiento ilustrado en psicoanálisis.

En el peronismo compañeros (aplausos), somos partidarios de la cultura del uno, el qué grande sos (le “voilà que tu est grand”), el gran conductor, el primer trabajador (ovación general). Nunca desconocimos los preceptos Freudianos respecto a la instancia transferencial estructural. Por eso nos preguntamos, cuando nos llega un paciente o nos convocan a trabajar en un equipo de éstos... inter no se cuanto (inter n’ importe quoi)…quién carajo (merde) lo manda. ¡¿el amigo o el enemigo?! Aquí está el meollo (béance) de la cuestión señores, porque si nos convoca un tipo serio a laburar con un bodoque (handicapé), es porque algo allí vio, y personalmente compañeros, prefiero equivocarme con este tipo antes que tener razón con un cipayo (aime-pite) neoliberal.

Escuchamos en los medios concentrados que el acompañamiento terapéutico no es más ni menos que un análisis, que hay una articulación no-jerárquica. ¡De qué carajo (quelle pute question) estamos hablando compañeros! ¿Acaso se imaginan a un pendejo (mec) sin calle dirigiendo la cura y a Ritvo o a Mich de AT? ¡Pero por favor! Ojo… no soy un retrógrado (je ne suis pas Biolcatti). Si los tiempos cambiaron y precisamos más cabezas, si aún estamos en la busca de una dirección genuina de la cura, que entonces haya una mesa honesta y capaz, pero ¡qué es esto que cualquier AT te arrea con el pañuelo! (quiconque fait de la connerie).

Lo colectivo como centro, es en nuestra visión peruca (notre avis peruque) una desviación institucionalista, republicanoide y como tal, debemos combatirla, allí donde se encuentre.La propaganda psi se encarga, como toda propaganda de poner el ser a la venta, en este caso las virtudes del psicoanalista o del acompañante terapéutico. Está construida a partir del discurso interesado, pues son intereses los que intenta defender. Y es consumida a diario por los miles de millones de hombres que como público consumidor aceptan como su opinión, la opinión publicada (la opinión du Clarin).

Hoy los acompañantes, observa acertadamente Massimo Cacciari, no resuelven los conflictos sino, en el mejor de los casos, los administran y eso se hace no con acciones sino con palabras. Con discursos, muchos de los cuales farragosos (à la Kuri et a la Ritvo), que buscan lograr el consentimiento sobre aquello que no se hace pero que por una especie interna de “fuerza de las cosas” se espera, que finalmente se resuelva. Cuando en realidad, resolver un conflicto, para bien o para mal, es decidir por una, entre varias alternativas de la cadena significante.

En la acción clínica la escala de valores es la siguiente: primero la necesidad, después el derecho, y luego la demanda y el deseo. Así lo dijo Evita, pero no es por esto que lo sostenemos, sino porque así se sostiene en nuestro trabajo diario (le travail à la Giuníperon). Y existe un viejo dicho: El hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, que nos recuerda la obligación de una mínima coherencia entre lo que decimos y realizamos….
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