miércoles, 23 de marzo de 2011

La Función Estructurante de la Fobia en el Justicialismo Santafesino

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Para introducir, recordamos la vigencia del Bebe Cooke en relación a las psicosis:

"Proponerse como reemplazo de las direcciones en mérito a presuntas calidades revolucionarias que se autoconfieren burócratas maniobreros y tremendistas de la violencia, son formas diversas de evasión de la realidad." (John William Cooke - "Las variantes del oportunismo", en "El retorno de Perón")

El tema es saber, como decíamos en oportunidades anteriores, es si esta “evasión” de la realidad, sobre qué operación recae? Sabemos que si lo rechazado es el significante NP (nombre-del-pocho), podemos encontrarnos con las psicosis, en tanto rehusamiento de este significante ordenardor (este significante permite a la vez, la introducción del sujeto en la doctrina, y de la doctrina en el sujeto).

No nos vamos a engañar, este es un tema harto intrincado y dificultoso, pero no lo es menos la cuestión que estamos abordando. No vamos a escamotear que aquí debemos elevarnos, por ahora provisoriamente, a lo que los patriarcas del lacanocookismo solían denominar “Trabajos sobre Metapsicología Justicialista”, y sobre cómo reformular la teoría de la represión y la angustia en el Movimiento.

Si tomamos como un primer modelo de esto, encontramos que primero hubo la represión del peronismo en el '55 (el General proscripto, exiliado, y su nombre, prohibido, como todo el Movimiento a él anudado).

En la nueva teoría de la angustia podemos encontrar los retoños de esto, en cuanto “el peronismo” se torna una representación inconciliable y debe ser arrojada de la conciencia, y de allí es la misma angustia la que llama a la represión, pudiéndonos encontrar, a nivel clínico, toda la variopinta fenomenología que ilustra la neurosis K.

Algunos pocos, los más memoriosos y alertados, recordarán las palabras que pronunciamos en el 2008 en el Congreso, Vigencia del Lacanocookismo, a 50 años del asado de Chapadmalal, en el contexto del paro agropecuario, y liderado por la Mesa de Enlace. Frente a esto, en aquella oportunidad nosotros decíamos, siempre intentando estar a la altura de la subjetividad de la época:

“En fin, si la neurosis K es la estrategia contra el miedo, deberemos hacerles sentir un poco más de miedo, "más miedo al miedo", y llevarlos a la agorafobia, para que no puedan salir más a la calle.
Hasta allí se debe orientar la dirección de la cura.”

Eso era la conducción de la cura en el contexto de contraofensiva lacanocookista. Nada de otro mundo, y como decía Freud, una mera jugada del noble juego de ajedrez, que más que fundamentarse en libros y teorías, abreva en largos años de experiencia y trabajo («Gris es toda teoría, caro amigo, y eternamente verde el árbol de la vida» recordaba el viejo Freud citando a Goethe.)

Sabemos que aquellos sujetos tomados por la angustia, suelen desarrollar importantes fobias que imponen a su vida serias restricciones y limitaciones. Estas crisis, no las pensamos de un modo deficitario, sino justamente, rescatamos allí, qué del orden del Sujeto está intentando sostener una nueva posición en la estructura, es decir, a través de estos objetos imaginarios, si bien de un modo provisional, permitir una reorganización del mundo simbólico del tilingo, para de ese modo, ayudarlo a atravesar ese orden simbólico que, aunque rudimentario rasca donde no pica. Esta fobia a ese objeto imaginario, hace que esa situación traumática, devenga de algún modo más soportable, y si bien, con serias restricciones, pueda lograr un sostén más vivible.

Ahora, en este momento interpelados por nuestro presente, tenemos la convicción de lo que se trata hoy a diferencia de aquellos tiempos, es de “construir” el objeto fóbico para no ser devorado por los intereses y deseos del Gran Cipayo. Es decir, en conducir esa angustia a la dignidad del objeto K, para que pueda tramitar imaginariamente aquel déficit en lo simbólico desde el cual no puede responder.
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Recordamos el caso de Juanito (Hans) que al desarrollar su miedo al caballo, encontraba en ese recurso un modo de no quedar prisionero del Otro. En el animal fobígeno se busca un rasgo paterno, emblemas paternos. (Juanito veía una mancha en la boca del caballo, lo cual representaba los bigotes del padre). Esta operación metafórica de sustitución, podemos reencontrarla en nuestra provincia como función estructurante de la fobia en el justicialismo santafesino. La apoyatura, ya no del Caballo, sino del Chivo y del Tigre, que no son tales sin la estructurante referencia al Pingüino.

Así el caballo que cae, o el chivo que arremete, o el tigre herido que salta, son efectivas figuras imaginarias que desde lo simbólico permiten mediar las neurosis K, sin que el costo de esta incapacidad de responder acorde a la realidad (que es la única verdad embrollada en lo real), lo tengan que pagar con golpes de estado -o ciudades desabastecidas-, gobiernos electos por las grandes mayorías, y no por las veleidades de una minoría que desde el universitarismo, o desde sus camarillas autodeclaradas ilustradas, pretendan imponer al populacho.
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