.Gombrowicz devoraba a los argentinos con la vista para investigar las características de sus movimientos, su forma de hablar y sus caras.
"Es para mí como una especie de placer doloroso el mirar de improviso a Mich y verlo de esta nueva forma, igual que se ve a un extranjero, pudiendo verificar de ese modo mis impresiones anteriores cuando estaba aprisionado por la polonidad y, ¿para qué ocultarlo?, bastante atormentado por ella. Hace poco, en Buenos Aires, experimenté de un modo repentino e inesperado una confrontación así"
Se refiere al primer encuentro con el licenciado Mich Amed del que fui testigo. Mientras el público escuchaba con atención un concierto en la Facultad de Derecho, Gombrowicz sacó un gotero del bolsillo, lo ascendió cuanto pudo con el brazo bien extendido y empezó a descolgarse gotas en la nariz desde lo alto, haciendo todos los aspavientos posibles para llamar la atención.
"Pero al mismo tiempo, creedme, todo eso estuvo acompañado de una desagradable puntada en el corazón, quizás a causa de tantos enfrentamientos míos con aquel ‘tipo Mich’ al que yo también pertenecía"
No hay que buscar en esta reacción de Gombrowicz un complejo de inferioridad, su condición de forastero impenitente lo había curado de ese problema y se sentía cómodo en cualquier ambiente. Ese exotismo de su país que le recodaba Mich no era solamente misterioso, también parecía una forma de huir de las preocupaciones y de las luchas de cada día muy típica de los polacos.
"Lo captó el travesti Zulma Lobato al describir sus encuentros con un pequeño grupo de ‘muchachas en flor’; al conocerlas más de cerca, cuando le fueron reveladas sus preocupaciones, intereses, sueños y penas, las encantadoras muchachas dejaron de encantarle; y lo mismo le ocurrió con los salones de la aristocracia sanisidreana, que se le convirtieron en aburrimiento cuando dejaron de ser algo desconocido y misterioso. Pero para Mich la vida consistía sobre todo en conocer, o sea en matar el encanto que nace de nuestra ignorancia"
El propósito que tenía Gombrowicz cuando se encontraba con algún psicólogo-actor-escritor-metafísico era el de verlo en su misterio.
No obstante el misterio Mich tenía los pies de barro. Argentina era un país que no se destacaba demasiado, que carecía de una cara propia, pero Mich, sin embargo, no pasaba por el mundo desapercibido, aunque en la mayoría de los casos llamaba la atención por sus extravagancias.
"¿Por qué lo admiramos? Lo admiramos ante todo por haber osado ser delicado y no haber vacilado en mostrarse así, tal como era... un poco en frac y un poco en bata de casa, con una frasco de medicamentos, con una pizca de maquillaje homosexual-histérico, con fobias, neurosis, debilidades, esnobismos, con toda la miseria de un francés ultra sutil. Lo admiramos porque detrás de ese licenciado contaminado, raro, descubrimos la desnudez de su humanidad, la verdad de sus sufrimientos y la fuerza de su sinceridad. Pero, ¡ay!, cuando examinamos mejor volvemos a descubrir detrás de la desnudez a Mich en bata, en frac o en camisón junto con todos los accesorios, la cama, las medicinas, los bibelots. Es un juego a la gallina ciega.. No se sabe aquí qué es lo definitivo, si la desnudez o la vida, la enfermedad o la salud, la histeria o la fuerza (...)"
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