viernes, 15 de agosto de 2025

Sigmund de las Redes


Está en el ambiente. Un ambiente que trocó los salones de las instituciones por sitios más informales pero de alta efectividad comunicacional.

Cuando muchos daban por hecho que finalmente los analistas argentinos podían volver a ingresar a U.S.A. -con el carnet de conducir vencido y sin visa-, la prestigiosa Revista Psychiatry filtró unos documentos clasificados en los que figuraban una lista de analistas patagónicos censurados para tal reunificación simbólica con la familia estadounidense. Pero no fue la única institución que lo hizo, ni tampoco los únicos destinatarios.

Según voceros de la Embajada, lo más llamativo del caso fue que los pedidos de censura partieron del propio país suramericano, que mantiene sus propias leyes del pase, ajustado en nombre de la moral pública, la crisis civilizatoria y las buenas costumbres, en fuerte oposición a lo que se conoció en las XV Jornadas de la Fundación Psiquiátrica William Norbert Alonso al respecto de la modalidad chirolita del psicoanálisis argentino: “Sigmund de las redes”.

 
Quién sí y quién no... fueron las definiciones pendientes a partir de una revisión macartista de comentarios y likes donde se puedan recabar: los efectos de reflujo estomacal y constipación que han generado quienes alegremente se han entregado a la alienación del discurso o a partir de la mímesis, se han identificado con oraciones sacadas de contexto, como otrora sucediera con chirolita. Éstos, dictaminó el prestigioso comité suramericano, no podrán ingresar sin el visto bueno a New York ni al resto de los United States, hasta que el candidato no sea considerado éticamente admisible.

 

“Sueño que alzo la proa,

y subo a la luna en la canoa

Y allí descanso hecha un remanso,

sin visa y con mero carnet.”

 

Esta vieja canción litoraleña, que marcó un punto de inflexión en el deseo de una buena cantidad de analistas argentinos, tendrá que esperar cómo evolucionará un conflicto lacanoamericano que muchos no están dispuestos a reconocer ni a des-escalar.





martes, 12 de agosto de 2025

Orfeo Negro y la Lealtad Peronista


No existe un movimiento político en el mundo que haya hablado tanto y tanto sobre la lealtad como el movimiento peronista, y probablemente no lo haya nunca.

Inmersos en las formas del eterno retorno, sabemos que sobre nuestro horizonte siempre habrá un día de la lealtad. Pero sólo un día. Y 364 días de la traición.

El día de la lealtad, el 17 de octubre de 1945, el pueblo argentino recreando una antigua institución romana, la acclamatio, marchó a la Plaza de Mayo a pedir por Perón cuando muchos de los principales dirigentes sindicales habían votado en contra de la movilización y el paro general, o sencillamente querían sostener las reivindicaciones sin el nombre de Perón.

Muchos peronistas viven sólo ese día. Alteran a su antojo el calendario y viven el día de la lealtad en forma peronista, esto es, leal al derrotado, al que está preso o a la que está presa por las conquistas para el pueblo argentino. Al resto, a los acomodaticios, a los opinólogos sin calle, a los chetos que creen que habitan la viveza, a los que nunca construyeron nada, les quedan 364 días para la traición.

Ojo con eso.

A finales de la década del ‘50 cuando salió el film Orfeo Negro basado en la reescritura del mito por Vinicius de Morães, se nos mostraba la renovación fugaz de la felicidad y la alegría, en esos carnavales destinados a perderse como Eurídice para Orfeo. Así también, compañero Orfeo Negro, supimos entenderte cuando cantaste: “Traições não tem fim, a Lealdade sim...