domingo, 12 de julio de 2009

San Vincennes, un año después


Washington Shibollet, AME-CGT(*)

No es necesario decir que me opuse al traslado de los restos mortales de Jacques Lacan a su quinta de San Vincennes, pero claro está, el año pasado era un perro ladrando en el desierto dentro de la EOL. Nadie me escuchó y así todos bailaron al compás de estruendosas cumbias alrededor del cajón del maître Lacan.

La conducción del “brujo” Miller no conforme con el agravio al cadáver del líder hizo editar una revista, “Lacaniana”, a todo trapo mostrando las fotos de la bailanta de San Vincennes, a la par de su consabido apostolado en nombre de la "acción lacaniana".

Cuando el cortejo ya no fúnebre sino “bailantero” llegó a la quinta se desató una pelea descomunal entre los hombres del Brujo y los partidarios de “la construcción en análisis” que terminó con Madonna, no la artista sino un émulo, preso por tirar tiros al pedo. Lo que me hizo acordar al primer general gringo de la historia militar argentina, el general Levalle quien recomendaba a sus soldados en cololiche: no tiri tiriti al pedo.



Este año, ayer, primero de junio, fui junto con mi amigo y antiguo jefe didacta, a homenajear a Lacan. La sobriedad y el respeto fueron los rasgos esenciales. No ya música de bailanta, ni gritos ni tiros ni grandilocuentes discursos. Ni guarda espaldas que te empujan impunemente porque se creen que por ser alcahuetes de algún capitoste de turno son más lacanianos que uno.

Estuvo la dignidad del bombo del Tula. Estuvieron los granaderos del regimiento de Patricios rindiéndole homenaje a su antiguo general con su parada, sus toques de clarín y sus coronas.

También estuvo la monserga lacaniana de frases hechas pero eso sabemos que están en todos los actos repitiendo en cada discurso las frases hechas de Jacques y las palabras vacías de ellos. Pero bueno, esa es la tara irreductible del psicoanálisis con la que vivimos desde hace cien años.

Estuvo el lacanismo que sostiene que se debe una revolución inconclusa que aún queda por realizar, que reclama la participación real de las bases analíticas, que está en busca de un dirigente genuino, no el brujo, o de una mesa honesta y capaz que lo dirija. El de las banderas de Perón y Evita. El que siempre dio y nunca pidió.


(*) Analista Miembro de Escuela-CGT de los argentinos. Washington es hermano de Fransuá Shibollet.
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1 comentario:

Bob Row dijo...

Compañeros: Una prima mía que en los '70 militó en las huestes de la "juventud maravillosa" se instaló en Barcelona durante la dictadura y se casó.
Cuando los apóstoles Masota y García llevaron el Evangelio del Maestro ella y su marido formaron el primer núcleo de discípulos. Hoy viajan una vez al mes a París para analizarse con el mismísimo Brujo.
En una ocasional visita a Bs.As. él (lo llamaremos, Vicente) intentó patotearme sobre el absurdo del capitalismo agrario pampeano y casi terminamos a las piñas. Desde entonces los "forcluí" de mi vida. Y no es joda. Un abrazo.