lunes, 4 de octubre de 2010

Turros

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La periodista y senadora Norma Morandini, aquella que recientemente se escondió como el ñandú permitiendo a sus colegionarios “militarizar la pobreza”, publica una columna titulada “Los pañuelos ya no son tan blancos”. En ella, correctísima, dice que evita la personalización, aunque un párrafo después:

“No juzgo personalmente a Hebe de Bonafini, pero sí la concepción antidemocrática que encarna, las risas complacientes de los que la aplauden, sin el coraje suficiente para decir que, en realidad, descreen de la democracia.”

“En la intolerancia, el desprecio a los que piensan diferente, desnudan la cultura política que sustentó esa tragedia…”

Dos significantes: Verdad y Justicia, constituyeron el refugio, la matriz política que resistió a la alboreada liberal. Ellas tenían que estar sosteniendo la ley, reguardando un intersticio que alojó a muchos, que no se permitieron caer en el cinismo de los que miraban para el costado.

Pero en esa época sobre los derechos humanos también habían “usos”, oh que horror…
Como dijera Héctor Jouve en aquella entrevista que dispara el debate del “no matarás”, luego de los procesos dictatoriales, las grandes corporaciones multinacionales empiezan a apoyar proyectos para los chicos de la calle, para los “derechos humanos”, etc.

“Después de haber desangrado pueblos enteros para hacerse multimillonarios, te arman una fundación y parte de eso que han saqueado a la gente lo devuelven en obras de caridad….te dicen: “vos tenés todas las libertades, podés optar por lo que vos quieras”… ¿te vas a hacer feminista? sí, no hay problema, hacelo, te ponemos el Banco Mundial y te pagamos. ¡El Banco Mundial les da guita a los grupos feministas! ¿para los derechos humanos? ¿lucha contra el racismo? ¡Pero claro que sí!, acá hay guita: se la pone el Banco Mundial o se la pone cualquier fundación de las grandes corporaciones. Pero no te metas con otras cosas. No vayas a querer demostrar que haría falta vivir de otra manera, que no vamos a ningún lado sino al que ellos quieren, que no podemos decidir hacia dónde queremos ir.”

Pareciera que al progresismo, no le gusta que los pañuelos se ensucien más y más en el lodo de la política. Pero hay que decir algo, pocos gestos son tan turros como manifestarse “enseñando lo que el otro tendría que hacer con su dolor”, más cuando el pedido es que compongan muestras de museos vivientes.

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1 comentario:

Petu dijo...

Parafraseando al Diego: El pañuelo no se mancha flor de turra